Los ornitólogos tenemos la costumbre de anotar siempre todo lo que vemos. Algunos con más detalle u obsesión que otros pero casi todos tenemos un listado (al menos) de las especies de aves que hemos visto a lo largo de nuestra vida (aunque sea mental), desde el primer día que salimos al campo en busca de todo bicho con pluma. Luego ya viene el vicio por las listas y acabamos haciendo las listas anuales, de casa, por comunidades, por local patch y de las situaciones menos dignas…
Así pues, nuestro mundo no se escapa de ese afán tan humano que es el coleccionismo. De hecho, hay pajareros que convierten esa faceta en su life motive y hacen todo lo que pueden, se gastan todo lo que ganan e incluso «sacrifican» su vida sentimental para seguir sumando especies nuevas. No hace falta decir que eso se convierte cada vez en una tarea más dificil e implica viajar más y más lejos. El sueño de la mayoría de ornitólogos es pues, llegar a ver un buen porcentaje de las casi 10.000 especies de aves del mundo. Con sus 81 años, Tom Gullick, británico residente en España, es la única persona en el mundo que ha conseguido superar las 9.000 especies.
A lo largo de los último años, en la jerga pajarera española se ha ido generalizando el término bimbo para designar la «adquisición» de una especie nueva en la lista personal. Así pues, se bimba una especie nueva o uno se puede convertir en bimbero si se dedica en cuerpo y alma a esta tarea. Los ingleses, por ejemplo utilizan el término twitch con el mismo fin y los norteamericanos chase.
Para un ornitólogo de origen catalán como yo no deja de sorpender esa generalización del uso, porque hace años era difícil encontrar a alguien que lo utilizara fuera de territorio catalán. Algo así como el pan con tomate o el Cacaolat… te cansabas de explicar el término ante la cara de estupor de la gente. Detrás de este fenómeno seguro que está la movilidad que nos caracteriza a los pajareros, sobretodo en las épocas más recientes con mejores comunicaciones y catalizado además por la masificiación del uso de internet en el mundo pajaril. ¡Y traspasa fronteras! en un viaje a Uganda hace unos años, le enseñamos el término a nuestro guía y cada vez que sacábamos una especie nueva soltaba: «bimbo bimbo gálvesss! bimbo bimbo!» De hecho, era tan malo que casi bimbó más él que nosotros, así que se pasó el viaje con lo del «bimbo bimbo», para descojone general de la expedición…
Pero no todo el mundo conoce el origen de la palabra bimbo. Como suele pasar con estas cosas, surgió de una anécdota entre amigos, como ha contado Jordi Sargatal en muchas ocasiones: en un viaje a Holanda que hizo Sargatal con Martí Boada, otra naturalista histórico catalán, en 1976. Como no podría ilustrar de mejor manera la foto de esta entrada, la marca Bimbo tenía unos álbums de cromos muy conocidos por aquella época, de manera que empezaron a usar el término como símil para el coleccionismo de especies de pájaros. ¡Era como coleccionar cromos de la Bimbo! y ahí quedó… seguro que poco se imaginaban Jordi y Martí que su anécdota iba a ser el origen de un término que ya forma parte intrínseca del vocabulario de los birders españoles.